(CNA/InfoCatólica) Pfizer y otros productores de anticonceptivos hormonales se enfrentan a una ola de demandas judiciales por parte de mujeres estadounidenses y británicas, luego de que un estudio científico relacionara el uso prolongado de ciertos anticonceptivos inyectables con el desarrollo de tumores cerebrales.
El pasado 30 de mayo se celebró en Pensacola, Florida, una conferencia de gestión de causas en el marco de un litigio multidistrital contra la farmacéutica Pfizer, con sede en Nueva York. La demanda se basa en los hallazgos de un estudio francés publicado en 2024, que concluyó que el uso del medicamento medroxiprogesterona, comercializado comúnmente bajo el nombre Depo-Provera, aumenta cinco veces la probabilidad de padecer meningioma, un tipo de tumor cerebral.
Los meningiomas suelen ser benignos y de crecimiento lento, pero pueden ocasionar graves daños neurológicos o incluso la muerte si alcanzan un tamaño que comprima el cerebro o la médula espinal.
La investigación fue llevada a cabo por la Agencia Nacional de Seguridad del Medicamento y de los Productos Sanitarios de Francia, y analizó los casos de 18.061 mujeres de una edad media de 57 años, todas sometidas a intervenciones quirúrgicas por meningiomas entre 2009 y 2018. El estudio observacional reveló que las mujeres que habían utilizado durante un año o más hormonas progestágenas, como el acetato de medroxiprogesterona, mostraban un riesgo significativamente mayor de desarrollar este tipo de tumor.
Los datos indicaron que el riesgo de aparición de meningioma fue un 5,6 % superior en quienes habían utilizado Depo-Provera.
Tras la publicación del estudio, Pfizer reconoció el «riesgo potencial asociado con el uso prolongado de progestágenos». La compañía aseguró estar trabajando en la actualización de «las etiquetas de los productos y los prospectos informativos», aunque hasta 2025 el medicamento no incluye advertencias al respecto en Estados Unidos.
Según un comunicado emitido en nombre de aproximadamente 400 demandantes, «las demandas alegan que Pfizer y otros fabricantes genéricos de Depo-Provera conocían el vínculo entre estas inyecciones anticonceptivas y los tumores cerebrales, y que no advirtieron adecuadamente del riesgo ni promovieron alternativas más seguras».
En el Reino Unido, mujeres afectadas también han comenzado a tomar acciones legales. El Servicio Nacional de Salud británico estima que cada mes se administran alrededor de 10.000 inyecciones del anticonceptivo en ese país.
Un estudio publicado en 2021 por el Journal of Family Medicine and Primary Care estimó que 42 millones de mujeres en edad fértil utilizaban anticonceptivos inyectables, convirtiéndose en el cuarto método anticonceptivo más extendido a nivel mundial.
Este estudio francés se dio a conocer aproximadamente un año después de que la Universidad de Oxford revelara que el uso de cualquier anticonceptivo hormonal a base solo de progestágenos aumenta entre un 20 % y un 30 % el riesgo de padecer cáncer de mama.
La Iglesia Católica ha sostenido consistentemente que todo tipo de anticoncepción artificial es inmoral y está prohibida. Así lo afirmó de forma clara san Pablo VI en su encíclica Humanae Vitae (1968), en la que escribió: «Cada acto matrimonial debe permanecer abierto a la transmisión de la vida».
El Papa añadió que «queda igualmente excluida cualquier acción que, o bien previendo el acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación».